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Berguedà

El último viaje de José Luis Facerías

 

Hablar de José Luis Facerías me es difícil, puesto que no tuve con él un trato personal directo. La primera vez que lo vi, fue una noche cuando pasaba la frontera con el grupo de Marcelino Massana, en el camino nos cruzamos con él y su grupo. Más tarde lo percibí en Toulouse, nos saludamos con un gesto, pero sin pararnos. La última vez fue en la base de Tartas, Osseja (Francia). Estaba preparando un grupo para bajar a España.

Lo que más me interesa es dilucidar algunos detalles de su último viaje y por ello me interesó en particular hablar de los dos compañeros que le acompañaban, Luis Agustín Vicente, alias el Metralla, y el italiano Goliardo Fiaschi. El primero lo conocí en el penal de Burgos en 1965. Supe entonces la acusación que recaía sobre él, le acusaban de haber delatado a Facerías, sin aportar desde luego ninguna prueba. Lo cual me parece una aberración por parte de quienes sostenían esta grave acusación.

En cuanto Goliardo Fiaschi, unos días antes de mi ingreso a Burgos, fue entregado, después de cumplir la condena de España, a las autoridades italianas, que había pedido su extradición para ser juzgado por una causa que tuviera pendiente en su país. En Italia estuvo preso en la prisión de San Giorgio di Luca, cerca de Carrara. Recuperó la libertad en 1974.

Face y sus dos compañeros que lo acompañaban, pasaron la frontera el 19 de agosto sin dificultad. «Durante el camino se produjeron varias disputas entre Facerías y Agustín por cuestiones de itinerario», pero el Facerías lo que buscaba ante todo la seguridad, y no cedió.

Antonio Téllez en su libro La guerrilla Urbana. Facerías, expone el viaje con mucha claridad dando el más ínfimo detalle sobre el recorrido, y dice:

«El día 22 de agosto llegaron a Sant Quirze de Besora. Era obligado pasar por delante del cuartel de la Guardia Civil. Todo el viaje lo habían hecho en el siguiente orden: Facerías, en vanguardia, Agustín, por deseo expreso, en el medio y Goliardo, naturalmente, cerrando la fila. Facerías, decidió, pues, que pasarían el pueblo en el mismo orden, pero con 10 minutos de intervalo entre cada uno. Cuando le tocó el turno a Agustín, éste se negó y tomó inmediatamente una decisión. Le dijo a Goliardo que comunicara a Facerías que él pensaba hacer el viaje en tren y que ya se encontrarían a Barcelona, en un punto convenido de antemano».

Agustín no respetó lo que habían acordado; al separarse de sus compañeros, los exponía, en caso de caer en manos de la policía, a un riesgo inútil. Obró de una manera irresponsable, que motivó el enfado de Face. Viajar en tren por los controles que había era bastante más peligroso que ir a pie.

«Facerías y Goliardo prosiguieron el viaje como estaba previsto, llegaron al Tibidabo el 27 de agosto y se alojaron en una cabaña chalet que se encontraba camuflada en aquella zona».

Agustín como había dicho, tomó el tren, tuvo algunos percances en el camino hasta que llegó a Sabadell, se alojó en la casa de un compañero, Emilio Tena Gorrito. En la madrugada del martes día 27 la policía irrumpía en dicho domicilio. Agustín en aquel momento estaba en el lavabo, saltó por una ventana que daba a un huerto, pero la policía había cercado la casa. El Metralla se rindió sin oponer resistencia.

«El 28 Facerías y Goliardo fueron a Barcelona. El primero dijo que no pensaba acudir a la cita convenida con Agustín. Debemos indicar aquí que la reconstitución de los últimos días de Facerías se fundamenta sobre todo, en las declaraciones del italiano Goliardo. El día 29 Facerías volvió de nuevo a Barcelona, Goliardo le acompañó un trecho para hacer al mismo tiempo el abastecimiento de agua. Eran las 19 h 30. Facerías comunicó a su amigo que pensaba regresar a medianoche a lo más tardar pero que si no regresaba, que Goliardo sólo le esperarse hasta el mediodía del día siguiente y que luego se marchara a Francia».

Cuando Goliardo regresaba a la cabaña, en la bifurcación del camino, seis hombres vestidos de paisano y armados con metralletas Sten le dieron el alto. Le preguntaron inmediatamente por su amigo, la cual Goliardo contestó que se había ido a Barcelona pero que no sabía donde.

El viernes 30 de agosto Facerías tenía por segunda vez una cita (no sabemos con quien) a las once de la mañana, casi en frente del manicomio de San Andrés. El lugar estaba repleto de policías, estratégicamente camuflados. Facerías tan pronto apareció en el lugar, fue acribillado a balazos por elementos de la brigada político social, que se había parapetado en las ventanas de los edificios más próximos, no tuvo tiempo ni tan siquiera de defenderse, había recibido varios impactos mortales, su muerte fue instantánea.

No creo que la cita pudo darla Agustín ni el italiano, ni tampoco Tena, todas las sospechas recaen a una cuarta o tal vez a una quinta persona que Facerías debía de contactar y nadie supo quien era. En cuanto la detención de Agustín se supone que la dio alguien de la familia de Tena, aunque él tal vez pudo muy bien haber dado la cabaña del Tibidabo, causando la caída de Goliardo.

Sabemos los procedimientos sofisticados que empleaba la brigada político social para hacer hablar a sus víctimas, seguro que no fue con mano blanda. Por supuesto en el caso hipotético que conociese el lugar donde se encontraba la cabaña, que tal vez desconocía.

Facerías, en ese viaje bajó a España en unas condiciones por lo que se desprende totalmente desorganizado, resaltaba a la vista que sus contactos del interior no eran fiables, además en el grupo había desavenencias y actitudes extrañas. El escenario no era el más propicio para trabajar con seguridad, saltaba a la vista que el ambiente no era acogedor.

Esta nefasta situación sobrevenía a consecuencia de la caída colectiva que hubo a finales de 1949, que fue el fin de la guerrilla. A partir de aquellos hechos el Comité de Defensa del Interior quedó totalmente desmantelado. Para reorganizar todo como estaba antes era una tarea complicada dado que los pocos que se salvaron de aquel desastre tenían miedo de seguir colaborando con los guerrilleros.

Además del mencionado desastre, había que adicionar otro no menos importante; la organización en el exilio no quiso seguir apoyando la lucha armada, por constatar que había perdido su militancia más joven. Y estimaba que la organización por si sola no podía derrumbar el régimen, y era obvio en estas condiciones de continuar.

La pérdida del Comité de Defensa del Interior tan necesario para los grupos volantes que venían de Francia, engendró inseguridad y dejó un vacío enorme. En estas circunstancias la lucha en el interior quedó extremadamente comprometida sin el apoyo de la organización. Continuar en estas condiciones era un suicidio, ese era el dilema que se cuestionaban algunos luchadores. ¿Valía la pena continuar? —Era el quid de la cuestión—.

Ramon Vila Capdevila, dio una respuesta contundente a esta cuestión «–si dejo de combatir- para mi será peor que un suicidio, prefiero morir luchando» Fue una decisión personal muy respetable que concordaba con la de Francisco Sabaté Llopart, José Luis Facerías, y unos pocos más. Añadiré que entre los irreductibles, en un contexto distinto, estaban los presos, aquellos que no se doblegaron en la cárcel, y que no se rindieron nunca, manteniendo intacta su genuina rebeldía.

Goliardo Fiaschi, nació i falleció en Carrara (Italia 1930/2000). No coincidí por unas semanas de haberle conocido en el penal de Burgos. Pero años más tarde, Antonio Téllez le envió mi libro autobiográfico Veinte años de prisión Los Anarquistas en las Cárceles de Franco. Goliardo me escribió, vivía en Carrara, su ciudad natal, donde había montado un «Circolo Culturale Anarchico». A partir de esta fecha empezamos a escribirnos, pero un par de años más tarde me notificó que tenía un cáncer y falleció unos meses después de esta maldita enfermedad. Este compañero tenía un amplio historial en Italia de resistente contra los ocupantes nazis alemanes. Se convirtió en una figura importante local del movimiento anarquista. En su funeral acudieron centenares de personas.

Agustín Vicente, Luis, el Metralla

Nació a Lorca (Murcia) el 22 de enero de 1920. Salió en libertad del penal de Burgos y se quedó a vivir en Lorca su ciudad natal.

Agustín tenía un historial de luchador bastante repleto, entró en la guerrilla tan pronto terminó la guerra civil. Fue detenido en 1947, acusado de haber participado en varios ataques a mano armada y sabotajes. Se escapó, antes que se celebrara el juicio con otro, de Montjuic, desarmando a un guardián de prisiones amparándose de su pistola. La organización le ayudó a pasar a Francia y de allí se fue a Italia donde continuó desplegando actividades antifranquistas.

José Luis Facerías. Itinerario de un Guerrillero

Facerías sufrió un drama familiar; mientras estaba luchando en el frente de Aragón perdió todo contacto con su compañera e hija, intentó localizarlas, vanamente, concluyó que habían muerto cuando la retirada camino a Francia por los bombardeos Junkers alemanes.

Cuando terminó la guerra estuvo en varios campos de concentración, más tarde en 1946 fue detenido, por asuntos de organización, en la cárcel Modelo de Barcelona, una vida azarosa en una época llena de incertidumbre y de inseguridad como era la España franquista.

Facerías se distinguió como un hombre de acción, aunque también era de organización, ocupó varios cargos en la clandestinidad, intervino activamente para que se volviera a publicar en 1945 Ruta, portavoz de las juventudes libertarias. Fue muy dinámico estando en el Comité de Defensa.

En 1947 formó su primer grupo guerrillero, sus acciones son ingeniosas y espectaculares. Algunos golpes económicos de Facerías se distinguen por conllevar el escándalo, como el caso del «Meublé de Pedralbes» un cuchitril de lujo de corrupción y prostitución de menores, suceso que fue muy comentado cuando se supo públicamente algunos nombres de la alta burguesía que se encontraba allí, el escándalo estaba más que asegurado, es lo que perseguía Facerías. El asunto se expandió rápidamente por toda Barcelona, yendo de boca en boca.

Con la muerte de José Luis Facerías, el Movimiento Libertario perdió una de sus figuras más emblemáticas de la resistencia en Cataluña. Fue cobardemente asesinado, cuando tenía 37 años de edad, por una banda de pistoleros mercenarios, pero su recuerdo perdurará como un resistente anarquista que se destacó por su intrepidez y honradez.

J. Busquets

Normandia, gener de 2017