El anarquismo es todo lo contrario a desorden social
Con la dictadura el Anarquismo eran términos empleados de modo peyorativo, como sinónimo de desorden social. Esta errónea interpretación del anarquismo que el régimen franquista se esforzaba de hacer pasar, obtuvo una cierta credibilidad en algunos sectores, haciendo creer que los anarquistas era gente indisciplinada, irrespetuosa, atribuyéndoles todos los vicios. De tanto repetir de forma machacona esta propaganda mentirosa, difícil de neutralizar, por la falta de libertad que había en aquel momento en España de poder manifestarse, ya que la única voz libre oficial reconocida por el Estado era la del régimen franquista.
El anarquismo es todo lo contrario al desorden social, se expresa por un orden social absoluto, netamente gracias al colectivismo anticapitalista. Ese colectivismo se exprime por una libertad política organizada entorno del mandatario imperativo, de la autogestión, del federalismo y de la democracia directa.
“La anarquía es organizada y estructurada: es el orden menos el poder”.
A pesar de las acusaciones mal intencionadas de los franquistas en contra de los libertarios, acusados de ser una banda de indisciplinados. Es totalmente falso, un libertario por convicción es más bien auto disciplinado, su conducta está muy por encima de una disciplina impuesta, porque es una conducta voluntaria, basada en el respeto y la solidaridad.
Después de la muerte de Franco, los anarquistas y otros sectores políticos de izquierdas opositores al régimen, aportaron con sus escritos autobiográficos una valiosa información de gran valor histórica. Con esta participación los historiadores tienen actualmente una abundante información, suficiente para conocer los abusos y crímenes que hubo a lo largo de la dictadura. Sin la contribución de estos ex combatientes antifranquistas, la España actual estaría en el oscurantismo más absoluto.
En cuanto el memorial histórico español aportado por los anarquistas, se percibe algunos cambios con respeto a otras épocas. Actualmente los anarquistas cuando escriben sus memorias o sus experiencias vividas, lo hacen de una forma abierta y transparente, narran su vida personal sin ambigüedad, hasta publican fotos de índole personal. Demostrando que no tienen nada que esconder, porque su vida cotidiana se desarrolla de una manera normal, con el franquismo estaban obligados a vivir en clandestinidad tildándolos de malhechores y rufianes.
Por lo tanto los anarquistas son obreros que viven de su trabajo. Seguro que ninguno de ellos tiene una fortuna en Suiza, Panamá, Vaticano u otros lugares para blanquear dinero ilícito. Son obreros, con una moral intachable porque trabajan, lo contrario de todos estos vagos corruptos que nos gobiernan en la actualidad, que anuncian siempre en sus programas electorales hipotéticos cambios, promesas que no cumplen ni cumplirán jamás. “Más continuidades que cambios” como decía Tomaso di Lampedusa “que todo cambie para que todo siga igual”. Una frase que cuadra bien en una sociedad que sólo cuenta el interés y el robo.
Ahora son los anarquistas que denuncian a los ex franquistas, de ¡asesinos!, antes eran los franquistas que empleaban éste y otros calificativos del género. Es fácil de acusar cuando se está atado, amordazado sin posibilidades de poder defenderse. Aunque la situación en estos momentos tampoco es pletórica, ha habido algunas mejoras, no cabe la menor duda, pero los asesinos franquistas continúan sin ser inquietados y las victimas sin ser reconocidas por el Estado español.
J.B.