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Berguedà

[Relats antirrepressius] La vida en pausa de la huída

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Creo que todas las que luchamos pensamos y intentamos prepararnos para las consecuencias de nuestros posicionamientos y ideales, imaginando lo que podría pasar en casos de represión, huída, cárcel, o peor. Somos fuertes y no pueden quebrar nuestro espíritu de libertad, pero creo que nunca podemos estar totalmente preparadas para estas situaciones, con todas sus complejidades y todos los problemas específicos y distintos a los que tiene que hacer frente cada persona, de cada lugar; ni tampoco podemos estar totalmente preparadas para las emociones conflictivas que pelean dentro de una.

Yo me fui, no con la idea de que iba a ser algo permanente, ni tampoco temporal, sino porque parecía no haber otra opción viable en ese momento. Esperaba que después de unos días o semanas iba a poder encontrar, de alguna manera, una salida. Pasaban las semanas y meses y nunca encontré esa solución. Más bien las cosas empeoraban, y las posibilidades de poder volver a la vida ¨normal¨ parecían cada vez menores.

Lo más difícil era la incertidumbre, sin tener información del presente, ni saber qué pasaría en el futuro. La vida se ponía en pausa. Si me preguntaseis cómo se siente vivir esa situación, diría ¨aburrido¨ ­-mucho tiempo solo, pocas cosas que hacer, ni amigas que ver. Después de vivir una vida acelerada, con muchos proyectos, eso fue muy frustrante.

Difícil también ver a tu familia y queridas sufrir por tu desaparición, verlos igualmente hostigados y castigados por sus enlaces contigo, y lo frustrante que es no poder tener una comunicación clara, sincera y fácil con las personas que amas.

Digamos que una puede llegar a experimentar una crisis existencial, muchas preguntas sobre la vida, los sueños, el pasado y el futuro. Luché con el ¨y si sólo hubiese…¨, sin querer poder cambiar quién soy, ni qué creo, ni mi enamoramiento con la libertad, sino con el destino y pensando ¨si solo hubiese hecho X cosa diferente¨, con los detalles pequeños que podrían haberlo cambiado todo. Aprendí, después de mucho tiempo, a dejarlo todo atrás y vivir en el ahora; y aprender de todo momento precioso que tenemos en esta tierra.

Lo mejor en esa situación son las compas que te acompañan, aunque no siempre se puede físicamente, con su presencia, con cartas, con ayuda práctica, con sus palabras y su comprensión. Quizás he perdido mucho, pero quisiera pensar que lo que perdí lo he ganado en una familia de amigas y afinidades, y una conexión fuerte y única con las que me apoyan, a las que yo también apoyaría.